Lugares - Francesco Lovaglio Tafuri
VIAJE AL REALISMO MÁGICO
El atractivo del arte radica en su secuestro. Seamos espectadores, intérpretes o productores, el arte nos rapta más allá de lo normal, entornando las puertas de la imaginación que solo sabe abrir el antojo del sueño.
Freud declaró que el inconsciente había existido siempre,
pero él inventó el arte de sistematizarlo; Dalí (firma bajo la que a veces
estaba Gala o sus empleados) lo pintó, pero tampoco fue el primero; por
ejemplo, El Bosco representó imágenes oníricas o paranormales.
El arte imita al sueño y en su simulacro nos reflejamos,
sintiéndonos menos huérfanos en los sacrificios del deseo.
Si un tercio de nuestra vida la dedicamos a soñar, y otra
parte importante a fantasear ¿por qué ignoramos la magia de sus imágenes?
El deseo se camufla casi siempre
Es tímido como un
estudiante el primer día de escuela. A veces también se viste de religión o
mito, y esta es su artimaña paranormal.
Si el deseo no se recrea en las imágenes del arte, busca
otras grietas, se inventa otros mundos donde desembocar sin los miedos que
producen las miradas ajenas.
La imaginación siempre trabaja en la alquimia de las
pasiones, modelando el mundo hasta que se parezca a algo propio.
Si la imaginación se relaja, entonces llegan las sectas o las adicciones como muletas de la fantasía, porque todos salimos a la calle esperando que los molinos, con esa quietud que dibuja el viento, puedan convertirse en gigantes que nos retan.